
Recordemos que a principios de año se hizo pública la denuncia del exescolta del diputado y exmiembro de la Fuerza Armada, Leamsy Salazar. A través de esta se acusaba a Cabello de narcotraficante y de ser capo de un supuesto Cartel de los Soles. La falsa matriz de opinión estuvo encabezada por el diario español ABC.
No obstante el escándalo mediático, de acuerdo a Luers, la denuncia de Salazar no prosperó por carecer de asideros y de argumentos reales.
Si era falsa esta acusación, ¿entonces por qué se hizo? ¿Qué interés oculto se encuentra detrás del exescolta? ¿Quién le pagó para que hiciera estas acusaciones? ¿Para quién trabaja en realidad Leamsy?
De acuerdo a declaraciones del propio Diosdado Cabello, detrás de este show, aparte del diario ABC, se halla metida la mano peluda de páginas ultraderechistas como Dolar Today y de diarios opositores como Sexto Poder.
Todos estos medios se regodearon e hicieron fiesta con el tema en cuestión sin presentar ningún tipo de prueba. El asunto nada más giró en torno al chisme del fulano Leamsy.
Otro de los promotores de esta acusación nefasta es el senador cubano americano Bob Menéndez. El mismo, en la actualidad, enfrenta 14 cargos de corrupción en los Estados Unidos. Entre estos se encuentra un supuesto caso de malversación por un millón de dólares en regalos y donaciones a cambio de favores oficiales.
Como dice el refrán popular: "quien tiene techo de vidrio no debe lanzarle piedras al vecino". Otra vez queda claro que, a la hora de defender sus oscuros intereses, la derecha venezolana y extranjera es capaz hasta de hurgar en la... basura.
En estos últimos días,
nos enteramos de capturas o enjuiciamientos de diferentes pulcros
funcionarios públicos de alta jerarquía por fraude fiscal (desvío de
fondos públicos) en diferentes países.
Los gobiernos corruptos no bajan del cielo
Lo que quizás sacudió más, en especial a los sectores hispanófilos, fue
la detención de Rodrigo Rato, ex vicepresidente de España, ex jefe del
Fondo Monetario Internacional, ex presidente de Bankia, por un
multimillonario fraude fiscal. Esto se suma al caso de la organización
criminal (“desarticulada”) denominada Red Correa, dirigida y ejecutada
por varias decenas de funcionarios y políticos del Partido Popular, que
operaba desde los engranajes claves del Estado español. Ni mencionar los
casos de corrupción en las que estuvo vinculada nada menos que la
familia real española recientemente.
En Guatemala, el Gobierno del ex militar Otto Pérez, no pudo evitar por
más tiempo el desenmascaramiento (quizás no la desarticulación) y la
detención de integrantes de la Red La Línea, encabezada y conformada
nada menos que por las máximas autoridades de la Superintendencia de
Administración Tributaria (SAT), incluyendo al Secretario Privado de la
actual vice Presidenta de la República, y empresarios privados. Esta
banda criminal, al igual que la española Red Correa, operaba desde el
interior del propio Estado, desviando fondos fiscales en un país que
ocupa el quinto lugar a nivel mundial en desnutrición infantil.
Colombia hizo también noticia porque la Corte Suprema de Justicia de
dicho país condenó a varios años de prisión a dos ex ministros del
gobierno de Álvaro Uribe (éste y otros de sus ex ministros también están
relacionados en procesos judiciales) por actos de corrupción. En Brasil
y Bolivia también los actos de corrupción descubiertas remecieron a sus
gobiernos progresistas en los últimos días.
En estos y otros países, la opinión pública tiende a satanizar a las y
los funcionarios o gobernantes corruptos como si fuesen los únicos
corruptos. En algunos casos el repudio social también se extiende al
sector empresarial por “no castigar a sus agentes corruptos”. Casi todos
repudiamos a “estos” gobiernos corruptos. Pero, los corroídos no son
los gobiernos (son la consecuencia), sino los propios estados débiles o
fallidos que hace rato perdieron su monopolio fiscal/administrativo al
ser infiltrados por organizaciones criminales, y que para operar estos
estados necesitan de funcionarios corruptos.
El problema está en las sociedades que practicamos el divorcio entre la
moral pública (idealiza al ladrón ejecutivo) y la moral privada
(idealiza a la virgen piadosa). El problema está en nuestra indiferencia
con los bienes públicos (que lo asumimos como bienes de nadie).
Estos y otros estridentes casos de robos de fondos públicos nos obligan a
reflexionar sobre las causas de estas conductas criminales
“normalizadas” en la función pública (la corrupción asesina/mata a
millones de personas por hambre y enfermedades). Este mal endémico no es
problema de un gobierno, ni de los estados únicamente. Es un mal
estructural de las sociedades que a su vez configura el perfil
psicológico de la gran mayoría de las y los aspirantes a la función
pública. ¿Cuántos de nosotros/as no soñamos con la función pública para
resolver o alcanzar nuestras metas económicas?
La corrupción pública, no es un acto aislado, ni en el tiempo, ni en el
espacio, sino un proceso conductual afianzado por culturas que
practicamos. Sí, las y los corruptos, así como no vienen del cielo,
tampoco nacen moralmente deformados. Nosotros/as como sociedad hacemos a
los corruptos, y elegimos a los corruptos para que nos gobiernen.
Ellos/as practican los “valores éticos” que como sociedad promovemos y
normalizamos. Las y los corruptos van a misa y a cultos religiosos casi
todos los fines de semana. Tienen títulos académicos y viste traje y
corbata, por lo regular. Los funcionarios/gobernantes más corruptos,
generalmente, viven más honrados y venerados por sus pueblos.
La corrupción pública como práctica cultural no es sólo el lubricante
que hace funcionar a la maquinaria del sistema neoliberal (para despojar
los bienes y servicios públicos), sino es la consecuencia inevitable
del sistema-mundo-individualista que nos obliga a competir entre
nosotros/as para intentar tener siempre más que los demás, pero casi
siempre por la vía más fácil.
Podemos destituir gobiernos corruptos y/o encarcelarlos. Podemos incluso
cambiar a la élite política y económica de los países. Pero, eso no
sirve de mucho sino transitamos del sistema-mundo-individualista hacia
un sistema-mundo-comunitario de la sobriedad. El legendario Pepe Mujica,
entre muchas lecciones, nos dice que: “No necesitamos mucho para ser
felices”.
Tenemos que reeducarnos para ser felices, no para perseguir el sueño de
llegar a ser ricos. Debemos reconstruir el sentido y la primacía del
bien común sobre el bienestar/interés individual. Reconciliar la moral
pública con la moral privada. El problema está en nosotros/as, no sólo
en nuestros gobernantes corruptos.
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/-Los-gobiernos-corruptos-no-bajan-del-cielo-20150420-0001.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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En estos últimos días,
nos enteramos de capturas o enjuiciamientos de diferentes pulcros
funcionarios públicos de alta jerarquía por fraude fiscal (desvío de
fondos públicos) en diferentes países.
Los gobiernos corruptos no bajan del cielo
Lo que quizás sacudió más, en especial a los sectores hispanófilos, fue
la detención de Rodrigo Rato, ex vicepresidente de España, ex jefe del
Fondo Monetario Internacional, ex presidente de Bankia, por un
multimillonario fraude fiscal. Esto se suma al caso de la organización
criminal (“desarticulada”) denominada Red Correa, dirigida y ejecutada
por varias decenas de funcionarios y políticos del Partido Popular, que
operaba desde los engranajes claves del Estado español. Ni mencionar los
casos de corrupción en las que estuvo vinculada nada menos que la
familia real española recientemente.
En Guatemala, el Gobierno del ex militar Otto Pérez, no pudo evitar por
más tiempo el desenmascaramiento (quizás no la desarticulación) y la
detención de integrantes de la Red La Línea, encabezada y conformada
nada menos que por las máximas autoridades de la Superintendencia de
Administración Tributaria (SAT), incluyendo al Secretario Privado de la
actual vice Presidenta de la República, y empresarios privados. Esta
banda criminal, al igual que la española Red Correa, operaba desde el
interior del propio Estado, desviando fondos fiscales en un país que
ocupa el quinto lugar a nivel mundial en desnutrición infantil.
Colombia hizo también noticia porque la Corte Suprema de Justicia de
dicho país condenó a varios años de prisión a dos ex ministros del
gobierno de Álvaro Uribe (éste y otros de sus ex ministros también están
relacionados en procesos judiciales) por actos de corrupción. En Brasil
y Bolivia también los actos de corrupción descubiertas remecieron a sus
gobiernos progresistas en los últimos días.
En estos y otros países, la opinión pública tiende a satanizar a las y
los funcionarios o gobernantes corruptos como si fuesen los únicos
corruptos. En algunos casos el repudio social también se extiende al
sector empresarial por “no castigar a sus agentes corruptos”. Casi todos
repudiamos a “estos” gobiernos corruptos. Pero, los corroídos no son
los gobiernos (son la consecuencia), sino los propios estados débiles o
fallidos que hace rato perdieron su monopolio fiscal/administrativo al
ser infiltrados por organizaciones criminales, y que para operar estos
estados necesitan de funcionarios corruptos.
El problema está en las sociedades que practicamos el divorcio entre la
moral pública (idealiza al ladrón ejecutivo) y la moral privada
(idealiza a la virgen piadosa). El problema está en nuestra indiferencia
con los bienes públicos (que lo asumimos como bienes de nadie).
Estos y otros estridentes casos de robos de fondos públicos nos obligan a
reflexionar sobre las causas de estas conductas criminales
“normalizadas” en la función pública (la corrupción asesina/mata a
millones de personas por hambre y enfermedades). Este mal endémico no es
problema de un gobierno, ni de los estados únicamente. Es un mal
estructural de las sociedades que a su vez configura el perfil
psicológico de la gran mayoría de las y los aspirantes a la función
pública. ¿Cuántos de nosotros/as no soñamos con la función pública para
resolver o alcanzar nuestras metas económicas?
La corrupción pública, no es un acto aislado, ni en el tiempo, ni en el
espacio, sino un proceso conductual afianzado por culturas que
practicamos. Sí, las y los corruptos, así como no vienen del cielo,
tampoco nacen moralmente deformados. Nosotros/as como sociedad hacemos a
los corruptos, y elegimos a los corruptos para que nos gobiernen.
Ellos/as practican los “valores éticos” que como sociedad promovemos y
normalizamos. Las y los corruptos van a misa y a cultos religiosos casi
todos los fines de semana. Tienen títulos académicos y viste traje y
corbata, por lo regular. Los funcionarios/gobernantes más corruptos,
generalmente, viven más honrados y venerados por sus pueblos.
La corrupción pública como práctica cultural no es sólo el lubricante
que hace funcionar a la maquinaria del sistema neoliberal (para despojar
los bienes y servicios públicos), sino es la consecuencia inevitable
del sistema-mundo-individualista que nos obliga a competir entre
nosotros/as para intentar tener siempre más que los demás, pero casi
siempre por la vía más fácil.
Podemos destituir gobiernos corruptos y/o encarcelarlos. Podemos incluso
cambiar a la élite política y económica de los países. Pero, eso no
sirve de mucho sino transitamos del sistema-mundo-individualista hacia
un sistema-mundo-comunitario de la sobriedad. El legendario Pepe Mujica,
entre muchas lecciones, nos dice que: “No necesitamos mucho para ser
felices”.
Tenemos que reeducarnos para ser felices, no para perseguir el sueño de
llegar a ser ricos. Debemos reconstruir el sentido y la primacía del
bien común sobre el bienestar/interés individual. Reconciliar la moral
pública con la moral privada. El problema está en nosotros/as, no sólo
en nuestros gobernantes corruptos.
Este contenido ha sido publicado originalmente por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/bloggers/-Los-gobiernos-corruptos-no-bajan-del-cielo-20150420-0001.html. Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. www.teleSURtv.net
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